Ya es tarde, pensó. Una lágrima bajaba por su mejilla, una lágrima negra que iba pintando el recorrido sobre su cara. Imposible disimularlo ahora, él se daría cuenta de todo con sólo mirarla. Hizo como que nada pasaba, concentrada prendió un cigarrillo y se puso a fumar mirando al horizonte, como si todo estuviera en orden, como si con su silencio pudiera ocultar esa maldita lágrima delatora.
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